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viernes, 22 de julio de 2011

Anarquismo ecologista

 


Walden (1854) es la obra más representativa del anarcoindividualista estadounidense Henry David Thoreau, considerado uno de los precursores del ecologismo y del anarquismo primitivista.

El anarquismo verde o ecoanarquismo es una corriente de pensamiento dentro del anarquismo que pone énfasis en los temas medioambientales. Una importante influencia fue el pensamiento del anarcoindividualista estadounidense Henry David Thoreau y su libro Walden, donde abogaba por una vida simple y autosuficiente, integrada con el entorno natural, resistiéndose al avance de la civilización industrial.

El anarquismo verde incorpora una serie de teorías políticas relacionadas que se deriva o inspira en movimientos filosóficos y sociales como el anarcoprimitivismo, la ecología profunda, la ecología social, el feminismo, el egoísmo, el anarquismo post-izquierda, los situacionistas, el surrealismo, el neoludismo, la desindustrialización y sociedades cazadoras-recolectoras.

Entre los ecoanarquistas se da una fuerte crítica hacia la tecnología moderna, aunque no todos la rechazan por completo. Algunos anarquistas verdes pueden ser descritos como primitivistas o anarquistas anticivilización. Los primitivistas mantienen que el cambio de caza-recolección hacia la subsistencia de la agricultura dio lugar a la estratificación social, coacción y alienación, y abogan por el retorno a una sociedad preindustrial y en ocasiones, preagraria, de caza y recolección. Desarrollan temas presentes en la acción política de los luditas, y los escritos de Jean-Jacques Rousseau, aunque en su emergencia el primitivismo fue más directamente influido por el trabajo de teóricos como Theodor Adorno y Herbert Marcuse, de la escuela marxista de Frankfurt, y antropólogos como Marshall Sahlins y Richard Borshay Lee.

Uno de los principales exponentes en el primitivismo estadounidense es el filósofo John Zerzan, señalado por ciertos medios de comunicación como una especie de «gurú de la antiglobalización» después de la protestas de 1999 contra la Organización Mundial del Comercio en Seattle, quien en su libro Futuro primitivo articula una nostalgia de lo pre-humano, antes del desarrollo del lenguaje y la cultura: «Provenimos de un lugar de magia, entendimiento y plenitud, y hemos tomado un camino monstruoso que nos ha llevado al vacío de la doctrina del progreso, arrastrados por la cultura simbólica y la división del trabajo. Vacía y alienante, la lógica de la domesticación, con su exigencia de controlarlo todo, nos muestra ahora la ruina de la civilización, que pudre todo lo demás.»

Los primitivistas critican al anarquismo tradicional su apoyo a la civilización y la tecnología moderna, las cuales consideran inherentemente basadas en la dominación y la explotación. La mayoría de los anarquistas rechazan esta crítica radical de la civilización; Noam Chomsky opina en su libro Chomsky on anarquism, que aunque simpatiza con ellos, no cree que se den cuenta que «están abogando por el genocidio masivo de millones de personas debido al modo en que se estructura y organiza la sociedad actualmente, la vida urbana y demás. Si eliminas esas estructuras todo el mundo muere.»

Otros autores, aunque no se consideren a sí mismos primitivistas, como Wolfi Landstreicher o personajes del anarquismo insurreccionalista (otra tendencia antirracionalista), la apoyan.


Evolucionando desde un marxismo tradicional hacia el socialismo libertario, Murray Bookchin fue el fundador de la ecología social y uno de los pioneros del movimiento ecologista.

Muchos ecoanarquistas prefieren no enfocarse en temas filosóficos futuros, e implicarse en la defensa de la tierra y la revolución social en el presente, y en crear maneras de vivir alternativas y sostenibles. Hay corrientes ecoanarquistas que comparten posturas con ramas radicales del movimiento ecologista, en sí mismas con fuertes características anarquistas, y que son defendidas por mucha gente aun desconociendo dicha tradición. Para muchos verdes, en todos los países, una futura sociedad sostenible pasaría por la eliminación del estado y la creación de una red de comunas autosuficientes, basada en la igualdad, participación y democracia directa.


Destaca la figura del anarquista Murray Bookchin y su propuesta de ecología social, que incluye el municipalismo libertario. Para Bookchin, fundador del Institute for Social Ecology, el auténtico movimiento verde, o «ecología social», como él mismo la denomina, es la culminación de los varios movimientos radicales surgidos durante la década de 1960 y de la tradición anarquista, insistiendo en que no son los individuos los responsables de la lamentable condición del mundo, sino el sistema racista, sexista y capitalista.

La fe en la naturaleza de anarquistas clásicos como Kropotkin y Elisée Reclus encuentra eco en los escritos de Bookchin cuando señala que en la naturaleza no hay escalas jerárquicas: Bookchin arguye que el estado expresa y refuerza un principio de jerarquización que, aplicado a la relación del hombre con la naturaleza, alienta que la relación adecuada de la humanidad con el mundo natural es la de control y conquista, produciendo la devastación del medio ambiente. Entiende la sociedad ecológica como una sociedad anarquista, dado que el repudio de los valores jerárquicos que amenazan el entorno conllevaría el abandono de las jerarquías que oprimen a los seres humanos.

Algunos ecoanarquistas como Brian Dominick entienden que el veganismo es una parte intrínseca de la lucha por un modo de vida libre y saludable. Contemplan el estado como innecesario y dañino para los animales, humanos o no humanos, y practican la dieta vegana. Los veganarquistas ven su ideología como una teoría combinada, o perciben que ambas filosofías son esencialmente lo mismo. Ha sido descrito como una perspectiva antiespeciesista del anarquismo ecologista, o una perspectiva anarquista de la liberación animal.

La mayoría de los ecoanarquistas sostienen sus ideales apasionadamente, y algunos se implican en la acción directa. Organizaciones como Earth First!, Root Force o las más radicales Frente de Liberación de la Tierra, Ejército de Liberación de la Tierra o el Frente de Liberación Animal desarrollan la acción directa (normalmente, aunque no siempre, no violenta) contra lo que entienden como sistemas de opresión, como la industria maderera, las industrias ganadera y láctea, la experimentación con animales, instalaciones de ingeniería genética y, más raramente, instituciones del gobierno. El matemático y crítico de la sociedad norteamericano Theodore Kaczynski, conocido con el sobrenombre de Unabomber, llevó a cabo una campaña de terrorismo de 1978 a 1995 usando bombas para denunciar la sociedad moderna tecnológica. En su Industrial Society and Its Future (también llamado el «Manifiesto Unabomber»), argüía que las bombas eran medidas extremadas pero necesarias para atraer la atención sobre la erosión que sufría la libertad humana, erosión regida por la alta tecnología que precisaba una organización a gran escala.

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