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viernes, 22 de julio de 2011

El escritor Liao Yiwu denuncia el horror de las cárceles chinas


Tras dos años en esa prisión provisional, fue transferido a la cárcel provincial número 2 de Sichuan, para ser sometido a "reeducación a través del trabajo". "Por primera vez después de dos años tuve una cama sólo para mí", explica. Después acabó en la cárcel número 3, donde también se encontraban prisioneros muchos contrarevolucionarios. 


 
Ocho horas antes de la masacre del 4 de junio de 1989 en la plaza Tiananmen de Pekín, el escritor Liao Yiwu escribió el poema "Masacre", como si de una premonición se tratase. "Nuestros corazones están negros. Negros y llenos de cenizas. Como hornos de crematorio. Aquí arden los sueños de los muertos", decían sus versos. Al día siguiente de la brutal represión, el poeta grabó el poema en una cinta de audio y se la pasó a algunos amigos. Sus versos circularon en la clandestinidad y Liao Yiwu pagó por ello con cuatro años en la cárcel.

En su nuevo libro, Für ein Lied und hundert Lieder ("Por una canción y cientos de canciones"), Liao ofrece una estremecedora descripción de su vida en prisión, informó DPA.

La publicación de su testimonio sólo ha sido posible después que el escrito se exiliara hace un par de semanas en Alemania, donde hoy sale a la venta el libro. Las autoridades chinas le presionaron para que no sacase su obra a la luz y antes de poder salir del país tuvo incluso que prometer que no lo haría.

"Por una canción y cientos de canciones" no es una lectura fácil, pero sí necesaria. En sus páginas Liao describe graves maltratos por parte de los vigilantes, golpes con bastones eléctricos y la peor brutalidad entre los presos: el horror en estado puro. El lenguaje del disidente chino es contundente, cegador e impresionante.

"El primer manustrito estuvo retenido en dos ocasiones. Esta es la tercera versión", contó Liao, que trabajó diez años en este libro. Y no hay duda de por qué las autoridades chinas pretendían frenar su publicación: muestra la brutalidad, horror y maltrato sistemático de las prisiones chinas, donde los reos se hacinan como animales salvajes.

"Que alguien muriera en la prisión preventiva era algo tan cotidiano como comer arroz", cuenta el autor sobre la cárcel de Chongqing. "Entre la chusma reina la ley de la chusma", contestaron a Liao los responsables de esas muertes cuando el escritor cuestionó el alcance de las medidas de represión. "Tú eres responsable de estar aquí, así que ahora no te quejes de que se vaya muy lejos", le reprocharon también. "¿Acaso no estás en prisión porque fuiste muy lejos? Aquí no estás de vacaciones, la gente debe saber lo que es el miedo".

Liao describe sus cuatro años en la cárcel como una lucha por la supervivencia, la de un preso político entre ladrones, violadores, pequeños criminales y asesinos, algunos de ellos condenados a muerte. "En las prisiones chinas, donde unos prisioneros mandan sobre otros, el gobierno intenta reeducar a los presos políticos en esos agujeros de ladrones", describe el autor. "Mi vida tenía tan poco valor como la de una hormiga", recuerda. "Pero no estaba dispuesto a comportarme como tal". Liao se rebeló y sufrió duros castigos.

Tras dos años en esa prisión provisional, fue transferido a la cárcel provincial número 2 de Sichuan, para ser sometido a "reeducación a través del trabajo". "Por primera vez después de dos años tuve una cama sólo para mí", explica. Después acabó en la cárcel número 3, donde también se encontraban prisioneros muchos contrarevolucionarios.

Para el escritor, documentar su vida entre rejas fue una terapia liberadora, aunque también plagada de dudas. "Escribir es un proceso de desintoxicación muy lento, pero ¿dónde está su verdad?", se pregunta. ¿Existe la verdad? ¿No ha servido para nada la canción de Liao? ¿Su búsqueda de la verdad no fue nada más que una "recopilación de material", que todavía "hace temblar" su corazón?

Este libro, al menos, le devolvió su dignidad, esa misma que perdió en prisión en tantas ocasiones.

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